Una profesión de vocación

Supongo que en el gremio de los profesores de formación vial, al igual que ocurre en el resto de oficios, habrá buenos y malos profesionales. Digo más; me consta que es así. Supongo que habrá profesores que hayan llegado a esta profesión confundidos, creyendo que por el hecho de ser buenos conductores o aficionados al automovilismo, serían grandes formadores. O peor aún, los que llegaron atraídos por las falsas promesas económicas de los hasta hace poco abundantes anuncios de academias y centros de formación, que aseguraban grandes sueldos para quienes obtuvieran la titulación. Seguro que a más de un profesor que lea este blog, le sonará el famoso slogan de “Hazte profesor de autoescuela. Sueldo mínimo 1800 €”. Todo ello ha traído a nuestra profesión a un gran número de formadores que al poco de comenzar a trabajar en una autoescuela han descubierto que se habían equivocado. Los más sensatos, rectifican. Otros, por lo que José Antonio Marina llama en su libro La inteligencia fracasada, “el error del inversionista”, continúan ejerciendo, tratando de recuperar el esfuerzo y desembolso que en su día tuvieron que hacer para obtener el título. Algunos de ellos se pasan la jornada sentados al lado del alumno, sufriendo cada clase, mirando de reojo una y otra vez para un reloj en el que no pasan las horas. Otros, y esto es lo peor, se pasan esa misma jornada no solo sufriendo ellos, sino haciendo sufrir al alumno que llevan a su lado, sobre el que descargan su ira y frustración.

Algunos de mis alumnos me miran desconcertados cuando les digo que no me gusta conducir; les extraña. Creo haber leído en alguna entrevista hecha a Fernando Alonso, que a él tampoco le agrada conducir; que le parece peligroso y arriesgado, que lo que de verdad le gusta es correr en un circuito, competir. Y yo les explico a mis alumnos que conducir y enseñar a conducir, son cosas muy diferentes.

Pienso que para ser un buen profesor, ya sea de formación vial, de literatura, matemáticas o latín, es imprescindible tener vocación. Si aterrizas en esta profesión sin verdadera vocación de educador, estás equivocado. Porque enseñar es complicado, y no todos los alumnos son iguales. Los habrá que colaboren y vengan con ánimo de aprender. Pero vendrán otros, en ocasiones la mayoría, a los que sólo les importe obtener un certificado; en nuestro caso, el permiso de conducir. Otros desconfiarán de ti, pensando que les engañas. Todos los alumnos pagan por su formación, ya sea en la escuela, instituto o universidad; pero lo hacen vía impuestos. En la autoescuela no; el alumno paga directamente sus clases, costea directamente su formación, (en otra entrada de este blog discutiremos sobre si ésta es cara o no), y piensa que le estás timando. Seguro que no faltan profesores y autoescuelas que timen a sus alumnos; al igual que ocurre con los talleres, los fontaneros, los restaurantes, e incluso los artistas y escritores. De ahí que uno deba de escoger bien su autoescuela, su profesor. De la formación que recibamos dependerá nuestra conducción, y de ésta, no lo dudes, tu vida. Yo no dejaría en manos de cualquiera una misión tan importante. Si desconfías de tu profesor de formación vial; si tienes dudas, huye. Lo de menos será que te pueda estar dando más clases de las necesarias; lo malo será el cómo te las esté dando.

domingo, 27 de junio de 2010

CUIDADO: Piénsatelo bien antes de escoger tu autoescuela

Algunas autoescuelas utilizan sus vehículos como señuelos para llamar la atención y atraer clientes. Es habitual ver en los escaparates y en la publicidad de determinadas autoescuelas, fotografías de vehículos potentes y llamativos, que muchas veces ni siquiera son los que luego se utilizan para impartir las clases prácticas. Son vehículos, en ocasiones disfrazados con ornamentos que los hacen parecer de mayor potencia, que no aportan ningún plus a la enseñanza; más bien todo lo contrario, con spoilers y faldones que lo único que consiguen es poner dificultades al alumno/a a la hora de hacer determinadas maniobras como la del estacionamiento. Se opta por “adornar” o adquirir modelos de gama alta, en lugar de equiparlos con climatizador automático; algo tan necesario como imprescindible en las clases que se imparten en verano. Algo similar ocurre con las motocicletas y ciclomotores de autoescuela. Pudiendo adquirir ciclomotores pequeños y ligeros, que se adaptan con mayor facilidad a las pruebas de pista, y a la estatura de algunos de los alumnos/as que optan a ese tipo de permiso, prefieren emplear otros mayores con aspecto más deportivo, que tratándose de adolescentes, siempre resulta más seductor. Y lo mismo sucede con las motocicletas; se prefieren modelos en los que el alumno/a tiene que adoptar una postura de conducción que si bien puede ser cómoda a la hora de viajar en carretera, no siempre es la mejor para afrontar el zig-zag o el slalom en pista; modelos en los que, si el alumno/a tiene una estatura inferior a la media, puede incluso no llegar con los pies al suelo. Por todo ello, cuidado: Piénsatelo bien antes de escoger tu autoescuela.

2 comentarios:

  1. Buena reflexión en su conjunto.
    ¡FELICIDADES!
    Autoescuela CASTILLA (Santander)

    ResponderEliminar
  2. Habrás elegido bien cuando, durante una clase te diga: "Frenando así aprobarías el examen, pero no es suficiente. Si te sale un camión en la carretera podrías tener problemas, vamos a volver a repetir esto, porque no me gusta esa frenada..."

    Habrás elegido bien a tu formador, cuando, recién aprobado un examen que realmente te ha supuesto esfuerzo preparar, le veas alegrarse contigo.

    Mi buen profesor me hizo un excelente recordatorio de última hora "relájate, déjate llevar, piensa en tu niña,..." Presión cero + apoyo absoluto = Aprobado a la primera

    Tengo un estupendo profesor, ¡gracias!

    ResponderEliminar